(…) "Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima, los muñecos." (…) Platón. La República, libro VII. 514 a-b Las invenciones de la Filosofía no son menos fantásticas que las del arte ¿Cómo podemos saber si algo realmente ha sucedido? A finales del otoño europeo de 1994, el espeleólogo francés Jean Marie Chauvet produjo un descubrimiento que devendría inaugural para la condición humana. Buscando grutas ocultas en las montañas del sur de Francia, dio con la entrada a una caverna que había quedado sepultada por un alud hace miles de años. Al internarse en ella, se maravilló por la magnitud de sus galerías y especialmente por la belleza de las pinturas que adornaban los muros. Tenía ante sus ojos el espectáculo sobrecogedor que luego Herzog plasmaría en su film The Cave of Forgotten Dreams. En esa maravillosa recreación, los caballos, felinos y bisontes, pintados con maestría por el artista del paleolítico superior, parecían cobrar vida. Agitadas por la luz de las linternas, como antes de las antorchas, los contornos animados de las figuras obraban el milagro del movimiento. Este “protocine”, así bautizado por el propio Herzog en su mágico documental, remonta al invento de los hermanos Lumière 30.000 años en el tiempo. Y por cierto le otorga a la alegoría platónica de la caverna un inesperado soporte material. Hacia adelante y hacia atrás, seguimos siendo espectadores de sombras proyectadas. ¿No son acaso nuestros cuerpos aferrados a las butacas de un cine y el haz de luz en medio de la sala oscura la condición que hace verosímiles las imágenes en la pantalla? Imágenes que evocan un mundo próximo y a la vez lejano, del que poco sabríamos sin este arte de masas que nos legó el siglo XX. Y fue Alain Badiou, el mayor filósofo francés viviente, quien hizo de la cueva de Chauvet un acontecimiento-verdad, mostrando que la obra de arte pude ser, a pesar de Platón, una vía de acceso al conocimiento. Y este número de Etica&Cine Journal toma la posta, rindiendo un generoso homenaje al pensamiento filosófico sobre el cine. Una docena de textos originales que recorren el pensamiento de clásicos como Kierkegard, Benjamin y Sartre, o contemporáneos como Alain Badiou, Giorgio Agamben, Slavoj Žižek, Julio Cabrera y María Angélica Fierro. Abre la serie el artículo de David Oubiña Compromiso ético y discurso de la forma en Cahiers du cinema. Allí el autor retoma la frase célebre de Luc Moullet –que devino luego slogan teórico de la publicación francesa– “La moral es una cuestión de travellings” y propone un recorrido histórico a partir del interrogante: ¿dónde radica el compromiso ético de un cineasta? ¿En su intención o en su estilo? Por su parte, Francisco Cabanillas nos ofrece, en formato de escaleta, un sucinto recorrido por diversas manifestaciones artísticas e ideas del pensamiento filosófico sobre lo apolíneo y lo dionisíaco. En su artículo Escaleta: Cine y Psicoanálisis, el autor plantea cómo estos conceptos resumen dos acercamientos opuestos para tratar con lo Real, los cuales se encuentran representados en la articulación entre cine y psicoanálisis. En el artículo Kierkegaard y Woody Allen: el humor como condición ética del devenir existencial del individuo, Rafael García Pavón parte de la consideración de que la motivación de los films de Woody Allen está vinculada filosóficamente con los desarrollos de Kierkegaard, en tanto estos expresan la maduración de un humor, donde tragedia y comedia se relacionan recíprocamente. Y lo hace obsequiándonos un análisis en profundidad del film Melinda and Melinda. Martín Prestía también propone una interlocución entre una obra cinematográfica y un filósofo. En el artículo «Mala fe», «pasado» y «muerte». Una lectura a partir de la filosofía de Jean-Paul Sartre, ofrece una interpretación de la película Ikiru, de Akira kurosawa, a partir de algunos conceptos incluidos en L´être et le néant, prestando especial atención a la noción sartreana de «mala fe», a la relación del para-sí con el «pasado» y al tratamiento que el autor francés hace de la «muerte» Por otro lado, Alfredo Dillon analiza el film argentino El ángel en su artículo Biopic, memoria y nostalgia: la biografía del criminal. El autor plantea que en este film la biografía de Robledo Puch es en realidad una excusa; un pretexto estético para narrar una historia que rodea el problema del mal y la libertad, la belleza y la perversión, la violencia y el erotismo como contracaras de la vida “normal”, de la existencia gris de las mayorías sociales que permanecen anónimas. Marcos Rafael Cañas Pelayo propone una lectura del film Mullholland Drive para dar cuenta de su vigencia, que se sostiene a veinte años de su estreno. El artículo Ética Noir en LA, parte de investigaciones previas sobre el trabajo de David Lynch y ofrece una reflexión filosófica sobre la condición humana, sus contradicciones y dilemas. ¿Más humanos que los humanos? En el artículo Blade Runner 2049. Año del “milagro”, Alfonso Roiz Elizondo aborda el film para reflexionar sobre las implicaciones del presente o futuro en que los seres humanos convivan con entes que repliquen su propia condición. Para ello, trabaja sobre dos perspectivas: las propiedades o elementos fundamentales de la concepción de humanidad de la que se parte en el film, y un posible escenario en el cual los derechos humanos alcanzan a los replicantes. Adriana Fresquet y Marta Guedes, desde la Universidad de Río de Janeiro, nos presentan una experiencia conmovedora que aúna lo estético, lo filosófico y lo político. Se trata de la Escuela de Cine de Djalma/CINEAD investigando la historia de la favela de Vidigal a través de una propuesta de experimentación cinematográfica. En el artículo Cine en la Escuela de Vidigal. Una filosofía de lucha y resistencia en la favela, se despliega una reflexión impregnada de la filosofía de Walter Benjamin y Giorgio Agambem sobre esta articulación de la vida escolar cotidiana con la comunidad, el cine, la filmoteca y la universidad. Cierran el número tres artículos breves de enorme valor conceptual. El merecido premio Oscar de la Academia 2021 para Nomadland nos llega de la mano de Sergio Zabalza, profesor e investigador de la Universidad del Chaco Austral, con su artículo sobre la negación del predicado. Un tema psicoanalítico y filosófico complejo, presentado de manera aguda a través de un film tan bello como imprescindible. Le sigue la retrospectiva de María Angélica Fierro y Cristian Valenzuela Isaac sobre la magnífica experiencia de filosofía en extensión realizada a lo largo de la última década en el marco de UBA-CONICET. Se trata del proyecto de grafías y cinematografías platónicas, llevado adelante por el grupo Élenchos-Philía y que diera lugar ya a otras publicaciones de referencia insoslayable. [1] Y como perla final, la puesta al día de la obra de dos filósofos contemporáneos que tanto han aportado al cine, uno latinoamericano, Julio Cabrera, y otro europeo, Alain Badiou. En el caso de Julio Cabrera, a más de dos décadas de la publicación de su clásico Cine: 100 años de filosofía, un ordenamiento de los diecisiete artículos y libros imprescindibles. En el caso de Alain Badiou, una reseña de Eduardo Laso sobre doce tópicos ineludibles de su también original pensamiento sobre el cine. La obra de ambos filósofos se ha intensificado en los últimos tiempos y su lectura actualizada presenta el desafío de una fina lectura para las nuevas generaciones. Dos palabras finales sobre la portada y banner de este número del Journal: El personaje de Ryan Gosling, empequeñecido por las imágenes, debe lidiar con lo engañoso de sus recuerdos. Homenaje a la ciencia ficción como apuesta analítico-filosófica, este número tiene condiciones especiales de aparición. Fue gestado en coincidencia con una fecha emblemática: 10 de junio de 2021: el día del nacimiento de la hija de Deckard, el mítico blade runner protagonizado por Harrison Ford en las dos películas de la saga [2]. Esa niña, fruto de su relación de Deckard con la replicante Rachael, está por cumplir sus treinta años y nada sabe sobre sus orígenes. Desconoce que es el primer ser nacido y no fabricado. Pero como en tantos otros casos de filiaciones adulteradas, cuando todas las marcas parecen haber sido suprimidas, es el cuerpo el que aloja las claves de la memoria. Y Ana heredó el don de los recuerdos: es una creadora de sueños, prisionera ella también en una caverna de cristal. Todo el film, como las páginas que siguen, son una manera de volver sobre las grandes preguntas de la existencia humana. Y al hacerlo, liberarnos en parte del encierro, en esa compartida soledad de la luz que se abre en la noche de los tiempos.
Jorge Luis Borges: Magias parciales del Quijote (Otras Inquisiciones)
NOTAS
[1] Ver el número de Aesthethika Retoños de Éros : grafías y cinematografías platónicas, coordinado por María Angélica Fiero en Junio 2017. De allí transcribimos un pasaje de su diálogo apócrifo de Platón, en que la autora recrea una versión contemporánea de la alegoría de la caverna:
(…)
‒No hemos llegado entonces a decidirnos sobre si las nuevas tecnologías nos hacen más sabios o no.
‒Así parece.
‒Deberíamos entonces examinar de nuevo la cuestión.
‒Me encantaría, Sócrates, pero, si no te molesta, lo dejamos mejor para otro día. Ahora estoy agotado. ¿Por qué antes de irnos no me cuentas más bien alguna de tus historias?
‒Gustosamente haré como me lo pides, Yves. Imagínate a muchos hombres que han estado siempre encerrados en un garaje sin ventanas y lleno de computadoras, tal cual vemos aquí en este cibercafé.
‒Me lo puedo imaginar perfectamente, Sócrates. Continúa, por favor.
‒Como han vivido siempre allí, piensan que la única realidad es lo que ven en las pantallas, ya se trate de los textos o de las imágenes que allí aparecen. Creen así que conocen muchos sitios y personas; los que tienen tecnologías de tres dimensiones, incluso quizá imaginan que han estado allí o conversado con esa gente. Y, en caso de abandonar por un rato las máquinas, hablan unos con otros en el cibercafé sobre estas imágenes virtuales. Hazte una idea ahora de qué ocurriría si uno de estos hombres, sin advertirlo, diera un día con la puerta y saliera al mundo exterior. Al principio la luz del sol lo encandilaría, pero, a medida que se acostumbraran sus ojos, comenzaría a reconocer muchas de las cosas que veía antes solo en la pantalla. Primero lo angustiaría la imprevisibilidad de los objetos, los acontecimientos y las personas, a diferencia de lo que ocurría en la pantalla. Encontraría también, al comienzo, muy largos los recorridos para moverse de un sitio a otro. Pero, tras habituarse, se animaría a vivir de este modo y también a hablar y escuchar a las personas. Y se pondría feliz al sentirse más vivo que cuando habitaba en el cibercafé.
‒Yo creo también que sería así como tú dices.
‒Después de moverse por un tiempo en las ciudades construidas por los hombres se atrevería a abandonar incluso esos lugares, y visitaría las grandes maravillas de la naturaleza, como las bellas montañas y lagos; los mares furiosos y oscuros, y los azules y calmos; los glaciares que aún conservan la majestuosidad de sus hielos; los desiertos sin fin. Se acostaría en playas vacías en el día para sentir el calor del sol sobre su rostro; o en los campos lejanos durante la noche para no dejar de asombrarse de la estremecida palidez de la luna, así como por el atiborramiento de estrellas, sugerentes de mundos lejanos y desconocidos. Y, aunque no terminara de explicarse cómo se habría originado y seguía existiendo todo esto, comprendería que esa es la verdadera realidad y no la de las sombras del cibercafé. Recordaría entonces a sus antiguos compañeros, sentiría una infinita pena por su condición y pensaría quizá en liberarlos.
‒Seguramente esa sería la reacción en un hombre como el que tú describes.
‒Pero ¿qué te parece que ocurriría, querido Yves, si efectivamente regresara y tratara de explicarles lo que ha visto en el mundo exterior? ¿No te parece muy probable que pensarían que está loco y desvaría, y tratarían de encerrarlo en un manicomio, o incluso en una cárcel, por constituir una amenaza para la sociedad y que, los más estrechos de mente, pensarían quizá en matarlo?
‒No sería extraño que ocurriera de este modo, Sócrates.
‒Bueno, dejemos por ahora aquí. Quizá otro día podamos seguir conversando al respecto.
‒Es siempre una experiencia estimulante hablar contigo, Sócrates. Y, cada vez que lo hago, a pesar de nunca sacar nada en limpio y sentirme más confundido que al comienzo, creo ser, sin embargo, un hombre más sabio.
La versión completa del diálogo, en https://www.aesthethika.org/IMG/pdf/49-60_fierro_un_dialogo_apocrifo_de_platon.pdf
[2] Al respecto, recomendamos la lectura del artículo La pregunta por lo humano, de Nazareno Guerra y Phillipe Fullot, disponible en: https://www.eticaycine.org/Blade-Runner-2049 , y su versión audiovisual: https://vimeo.com/409555643