House M.D. emitió su primer programa en 2004 y concluyó en 2012. Millones de personas han disfrutado de las ocho temporadas a lo largo de casi una década. Se han ensayado distintas conjeturas para explicar semejante éxito, dando lugar a comentarios especializados, artículos periodísticos y hasta ensayos de divulgación filosófica. El presente número de Etica & Cine se propone abordar el problema desde un ángulo diferente. Se trata de la dimensión ética. Pero la ética no como dato sustancial que coagula a un sujeto en alguna de las versiones del bien, sino como aquello que emerge de la singularidad en situación. En términos de Zygmunt Bauman: El código ético a prueba de tontos -con fundamentos universales e inamovibles- nunca se encontrará y [...] ahora sabemos que una moral no aporética, no ambivalente, una ética universal y con “fundamentos objetivos” es una imposibilidad práctica, quizás incluso un oxímoron. [1] No existe por lo tanto el “ser” de la ética, sino que ésta adviene siempre en acto y de manera situacional. Como se lo puede apreciar en los dos artículos que abren y cierran este número (Jorge Assef y Juan Jorge Michel Fariña, respectivamente), House aparece frecuentemente en déficit. No se presenta al espectador como el Dr. Derek Shepherd, de Grey’s Anatomy o el Dr. Douglas Ross, de E.R. Emergency, los cuales son esencialmente buenos, sino que emerge como sujeto cuando puede sustraerse en acto de tales ideales. De allí que los artículos que reúne este número transiten la ética a partir de las dos dimensiones de la responsabilidad, aquella que emana de los deberes jurídico-deontológicos y la que adviene, a posteriori y en soledad, permitiendo a un sujeto responder por su acto. Los pacientes siempre mienten Como se sabe, House se abstiene en lo posible de establecer un vínculo directo con sus pacientes. Pero contra toda evidencia, esta distancia no supone descompromiso o desinterés. Cuando House evita hablar en exceso con ellos, con el célebre argumento de “los pacientes siempre mienten –el síntoma no”, lo que hace es en realidad sustraerse del discurso del yo del paciente, que siempre se presenta engañosamente consistente, aun cuando ello sea un obstáculo para la cura. Aquello que ocultan al médico no es en absoluto azaroso y suele transformarse en la pieza que resuelve el enigma de los diagnósticos complejos. Al manejarse a través de las indagaciones e informes de sus colaboradores, House logra establecer la distancia operativa que le permite intervenir desde un lugar diferente, desbaratando la maniobra del yo y rescatando al sujeto. Esta actitud le ha valido el calificativo de “huraño”, pero ello no debe inducirnos a error. Si en ocasiones tiene para con sus pacientes comentarios sarcásticos, es porque hace síntoma de su propia angustia como médico frente a las situaciones con las que debe lidiar. Como cuando le dice a una paciente que no sabe que está embarazada: House: "Tiene un parásito." O cuando se dirige a su colega afroamericano Foreman, quien lo acusa de hostigarlo cada día más: "Pues eso descarta todo racismo, ayer eras igual de negro que hoy". Cinismo filosófico Pero esta preferencia por la ironía y el sarcasmo se desliza en ocasiones hacia una posición cínica, en el sentido filosófico del término. Es este viraje el que nos interesa analizar. ¿Qué es el cinismo filosófico? La escuela cínica, fundada por Antístenes (-450, -366) sostiene que sólo se alcanza la felicidad si alguien puede prescindir de las ataduras que lo condicionan a los ideales mundanos. El propio Antístenes vivía según su propia concepción de la virtud y para él las convenciones sociales no significaban demasiado, ya que como todos los cínicos, relativizaba el peso de las normas y las instituciones. A otro representante de la Escuela Cínica, Diógenes de Sinope, se le adjudica la conocida frase “córrete que me tapas el sol”, dirigida a Alejandro Magno cuando éste al regreso de una de sus campañas, le ofrece: “filósofo, pídeme lo que quieras”. O la que dirige a sus compatriotas cuando lo expulsan de la ciudad por haber atentado contra la moneda en curso: “ellos me condenan a irme y yo los condeno a ellos a quedarse”. Como se puede ver, la afirmación cínica puede adoptar el tono de la ironía, pero se separa de ella, ingresando un enunciado de verdad. A diferencia del sarcasmo, que hace síntoma de un punto ciego en el emisor, el comentario cínico siempre suplementa la escena, reorganizando el universo situacional. La respuesta de Diógenes a Alejandro Magno, responde a la demanda del soberano, pero no para confirmarlo en su omnipotencia, sino para desnudar las limitaciones de su poder. La potencia del comentario cínico pone en evidencia el punto de inconsistencia en que se encuentra el monarca sin siquiera sospecharlo. Esta perspectiva del “cinismo” se aleja del uso que habitualmente hacemos del término, de allí que muchos especialistas propongan actualmente escribir kinismo para referirse a la posición filosófica, distinguiéndola así de su acepción vulgar. Es este viraje de la mera ironía a la posición cínica la que nos interesa rescatar: Cuando la lucidez se abre paso en medio del sarcasmo, de la broma hiriente. Es allí cuando House puede sustraerse a su propia angustia –sus miedos, sus inseguridades más íntimas. Es entonces allí cuando aporta su cuota de kinismo a la serie, emergiendo él mismo como sujeto en ese acto. Veamos otro ejemplo. Como es sabido, House se resiste a utilizar el guardapolvo blanco y recorre los pasillos del hospital con su bastón, debido a la renguera en su pierna derecha. En una ocasión le dice a Wilson, su colega y confidente: House: ¿Te das cuenta? Todo el mundo piensa que soy un paciente, por el bastón. ¿Dónde radica el carácter cínico del comentario? House sabe que el guardapolvo blanco no garantiza autoridad médica alguna y no desea por tanto aparecer recubierto de semejante emblema. Pero sabe también que un médico no es un paciente –y no debe ser confundido con él. El comentario que dirige a Wilson lo aleja tanto de la infatuación médica como de la demagogia populista de la igualación. La ética médica debe por lo tanto encontrar su lugar fuera de tales facilismos. La creación de una posibilidad En la misma línea, le dice a un paciente: "¿Preferiría un médico que lo tome de la mano mientras se muere o uno que lo ignore mientras mejora?”. Contra la tendencia contemporánea que instruye al médico para que sea “empático” con el paciente, House subraya que es la competencia profesional lo que el enfermo realmente requiere de él. Efectivamente, si el médico centra su práctica en el “enfermo” es porque ya le supone un lugar. Porque ya lo ha condenado a su condición de tal. Hacerlo sobre la enfermedad, en cambio, abre la posibilidad de “(…) examinar una situación de imposibilidad contingente y trabajar con todos los medios para transformarla”. O más explícitamente, “La posición ética no renunciará jamás a buscar en esa situación una posibilidad hasta entonces inadvertida. Aunque esa posibilidad sea ínfima. Lo ético es movilizar, para activar esa posibilidad minúscula, todos los medios intelectuales y técnicos disponibles. Sólo hay ética si el psiquiatra (…) no deja de ser un creador de posibilidades.” [2] En esta línea, cada episodio de House podría ser leído como una lección sobre la importancia de distinguir el campo moral –lo ya sabido de una situación– de la dimensión ética, en la que el médico emerge como un creador de posibilidades.
Ya en 2007, a poco de estrenada la serie, publicamos un artículo que buscaba presentar esta dimensión de la ética situacional presente desde la primera temporada de House. Reproducimos, a modo de editorial, algunas de las premisas allí contenidas.
Paciente: "¿Como la lombriz solitaria o algo así? ¿Puede quitármelo?"
House: "Hasta dentro de un mes sí. Después es ilegal. Bueno, en un par de Estados no."
Paciente: "¿Ilegal?"
House: "Tranquila. Muchas mujeres se encariñan con estos parásitos. Les ponen nombres, les compran ropita y los llevan al parque a jugar con otros parásitos... Mire, si hasta tiene sus ojos..."
Wilson: Pues ponte un guardapolvo blanco, como los demás.
House: No, entonces parecería un médico.
La idea tiene un amplio alcance y recuerda el comentario de Alain Badiou dirigido a los psiquiatras durante un congreso internacional. Refiriéndose a la Comisión de Etica Psiquiátrica Europea, Badiou objeta uno de sus enunciados, justamente el que dice: “el psiquiatra deberá tratar con pasión no a la enfermedad, sino al enfermo”, contraponiéndole la afirmación de Hamburger: el enfermo no necesita la compasión del médico, sino su capacidad.
NOTAS
[1] Bauman, Z. Ética posmoderna. Buenos Aires, Editorial siglo XXI. Citado por Ormart, E. y Michel Fariña, J. en “House, MD: Medical Ethics and Subjective Responsability”. En Medicine and Movies Journal. Volume 8 (3), 2012.
[2] Badiou, A. (1999) Etica y Psiquiatría, En Reflexiones sobre nuestro tiempo. Interrogantes acerca de la ética, la política y la experiencia de lo inhumano. Ediciones del Cifrado, Buenos Aires.