Una vez más el Journal Ética & Cine recoge el producto de trabajo del Ciclo de Cine y Psicoanálisis de la Universidad Nacional de Córdoba para volcarlo en un nuevo número. En esta oportunidad tomamos el contenido de su IX Edición al cual su equipo llamó “Pasiones”. En las reuniones preparatorias, el método habitual orientó la tarea: considerar las producciones cinematográficas como manifestaciones artísticas que interpretan la subjetividad de una época y que, a la vez, generan interrogantes. Como en el trabajo analítico, aquí también, una simple palabra puede ser el motor que lleva a producir mucho más. Cuando trabajamos con una obra fílmica, no nos interesa tanto el relato en sí, sino lo que se construye más allá de la pantalla, es decir, cómo el director logra capturar algo de la subjetividad, que no podría ser dicho si no a partir de bordear un vacío, como sólo es capaz de hacerlo el arte visual. En este sentido, no nos interesa tanto lo explícito que pueda proponer un film, sino aquello que, sin ser dicho o mostrado, sin embargo, está presente. En definitiva, el modo en el que el director elige, crea una escena, a partir de una elección calculada, e interpreta un fenómeno de la subjetividad. Así, en El secreto de sus ojos (Campanella, 2009), una de las películas trabajadas en el Ciclo, vemos cómo el director capta y transmite las características de una época terrible y dolorosa de la historia de nuestro país, aunque entremezcladas con un hecho policial. Campanella resalta las particularidades de una era de corrupción, de favores políticos, de silencios, de exilio y de muerte. Quizá podemos pensar que hay algo de nuestro pasado siniestro que conmueve a Hollywood. ¿Los psicoanalistas se conmueven? Por supuesto. No están exentos de lo que el arte genera. Pero, al mismo tiempo, de eso intentan hacer una extracción, intentan leer ese real que se cuela, abordando cada vez, obra por obra, cada pieza artística en su singularidad. Y así como en la clínica, aquí también puede tomarse un fragmento, una frase, una escena. Algo que se desliza y se dice, a veces, sin querer que sea dicho. Así es que un divino detalle llamó nuestra atención. En la escena en la que Pablo Sandoval (Guillermo Francella) le transmite a Benjamín Espósito (Ricardo Darín) un camino posible para encontrar al asesino, podemos escuchar: “…el tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios… pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín, no puede cambiar de pasión”. El director elige mostrar la vía para encontrar al homicida, a pesar de las trabas institucionales y los obstáculos impuestos, por algo propio del sujeto, algo que “no se puede cambiar”, algo que llama “pasión”. Empujados por este recorte dedicamos este número del Journal Ética & Cine a las pasiones. A las pasiones del ser, y de la manera en que Jacques Lacan las trabajó: el amor, el odio y la ignorancia. Pasiones estas que para el psicoanálisis se diferencian de las pasiones del alma, aquellas que responden a la idea cartesiana sobre los estados de humor, afectos que no guardan relación con el Otro. Las pasiones del ser, por el contrario, sí se relacionan con el Otro y se desatan ante su presencia tomando, además, el cuerpo. Los films que se trabajan en este número, uno por uno, nos muestran cómo estas pasiones nunca se presentan puras. De Blue Valentine (Cianfrance, 2010) a El gato en el tejado de zinc caliente (Brooks, 1958), pasando por Aun no han visto nada (Resnais, 2013), podemos captar cómo amor y odio se entrelazan. En 1973, en el Seminario Aún, Lacan nos planteó que el psicoanálisis aportó un saber nuevo sobre una pasión: hacia el final del seminario nos dice que “el más grande amor acaba en odio” (Lacan, 1972-1973 [2007], p.176). Ambos se confunden y alternan. No hay una sin la otra. Es lo que Lacan llamó odioamoramiento. Podemos advertirlo, principalmente, tanto en Blue Valentine como en Ágora (Amenábar, 2009), incluso en este último film no sólo lo vemos en el lazo entre un hombre y una mujer, sino que también se puede precisar cómo el amor por la verdad se puede convertir en la puerta de entrada al odio, generando la ruptura de todo lazo social posible. El odio a la diferencia, es la pasión que encontramos radiografiada en Fresa y chocolate (Gutiérrez Alea & Tabío, 1993). La pasión de la ignorancia no compete menos al psicoanálisis. Lacan la plantea como la pasión del analista y nos dice que “el discurso analítico se sostiene en la frontera sensible entre la verdad y el saber, pues entonces, levantar la bandera del no saber es un buen camino”. (Lacan 1971 [2012], p. 21). Ésta permite maniobrar sobre el “no querer saber nada de eso”, que determina el modo de un sujeto de transitar por el mundo, y que muchas veces produce sufrimiento subjetivo, sin que éste pueda responsabilizarse por ello. Esta referencia es trabajada en el Journal en el ensayo dedicado a Romeo + Juliet (Luhrmann, 1996), donde vislumbramos las consecuencias y padecimientos por los que atraviesa el enamorado Romeo al aferrarse a la fatalidad del destino. Este personaje se nombra como juguete de la fortuna y es dicha posición la que lo conduce por los caminos de la tragedia, desde el inicio al final del film, sin preguntarse en qué punto se encuentra implicado. En este sentido encontramos cómo dialogan los films Romeo + Juliet y Ágora. Ambos nos dan el puntapié para diferenciar la ignorancia como respuesta neurótica o como resistencia, de la ignorancia como pasión del ser. Ambas películas dejan latente la pregunta: ¿qué hubiese sucedido en la vida de estos personajes, de ser atravesados por el discurso psicoanalítico? Quizás no podamos dar respuestas certeras, pero lo que sí podemos decir es que un analista al alojar a un sujeto, otorga la posibilidad de un encuentro, que no es ni más ni menos que el encuentro con el vacío propio, volviéndolo, de este modo, operativo. Es por el discurso psicoanalítico que advertimos que es la pasión de la ignorancia la que otorga las vías para preguntarnos por el propio ser y así escapar a las fatalidades del destino. Referencias Lacan, J., (1971[2012]) Hablo a las paredes. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J., (1972-1973 [2007]) “Aún" en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 20. Buenos Aires: Paidós. Miller, J. y Laurent, E. (2005) El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós.
Entendemos, como hemos dicho en otros trabajos, que el artista es capaz de interpretar allí donde también podría hacerlo el psicoanalista.
La Academy of Motion Picture Arts and Sciences la premió con el Oscar a Mejor Película Extranjera, segunda estatuilla que recibe un film argentino en esta categoría, siendo la primera La Historia Oficial (Puenzo, 1985). No es casual que ambos films bordeen, cada uno a su manera, el real de la dictadura en la Argentina.
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