El póster del film Serendipity, de Prune Nourry. Imagen © Akiko Stehrenberger En un bello escrito, María Angélica Fierro (2017) introduce el valor de las “cinematografías platónicas”, presentando lecturas sobre Una giornata particolare (Scola, 1977), Les amours imaginaires (Dolan, 2016) y Fresa y chocolate (Gutiérrez Alea y Tabío, 1993). Propone así al cine como un primo hermano del diálogo platónico en tanto que los largometrajes constituyen muchas veces el vehículo ideal para “vivenciar” los problemas filosóficos [1]. Esta reseña sobre el documental Serendipity (2019), de Prune Nourry, retoma esa tradición, mostrando que efectivamente las películas permiten que se “haga carne”, como en el Banquete y el Fedro platónicos, el modo en que los vaivenes de las relaciones amorosas pueden animar el acto creador. Y transformarse así en disparadores que nos remonten, en las alas de Éros, a interrogantes últimos sobre el sentido de la vida. Prune Nourry era ya una artista consagrada, cuando a los 31 años le diagnosticaron cáncer de mama. Estaba en medio de una de sus obras más portentosas, las Terracotta Daughters, dedicada a denunciar, a través del arte, la selección de género en China [2]. Al enterarse, decidió filmar un documental para dar testimonio de su batalla interior. Según sus propias palabras, la iniciativa estuvo inspirada por el director de cine Darren Aronofsky, quien también coprodujo la película, cuando le dijo "como artista, cualquier cosa que te pase, puedes convertirla en creatividad”. El término “serendipity”, serendipia, en español, que da título a la película, no es de uso frecuente en nuestra lengua. Remite sin embargo a un acontecimiento que sí es conocido por nosotros. Y de enorme valor clínico-analítico. Se trata del acto creador que emana de la contingencia. No del mero azar, sino de ese instante singular en que el sujeto sale al encuentro de lo imprevisible, a la manera de cómo lo sugiere Alejandro Ariel (2000) cuando dice que “curarse es hacer algo con el azar”. Y Prune Nourry se lanzó a ese desafío. Cinco años antes de su enfermedad, había realizado una serie de encuentros titulados Procreative Dinner, dedicados a reflexionar sobre el sentido de la fecundidad en los límites que le impone la lógica mercantil contemporánea. Estos banquetes procreativos eran performances que ponían en relación arte, gastronomía y ciencia. Para este emprendimiento, Prune Nourry se asoció a un chef y a un científico, de manera de diseñar platos de comida que sigan las diferentes etapas de la procreación asistida. De este modo, se hacía de la fecundación in vitro un cóctel, o de la elección de sexo un plato principal, invitando a los participantes (comensales) a reflexionar sobre el concepto de “hijo a la carta”. Estos banquetes tuvieron lugar en Paris y Ginebra, en presencia de Jacques Testart, biólogo, François Ansermet, psicoanalista, y Arianne Giacobino, genetista. En la línea de otras performances gastronómicas de Nourry, como Spermbar (2009) y Bar Ovule (2011), tienden un puente entre el arte y el pensamiento filosófico. No olvidemos que el Banquete, de Platón, es celebrado en homenaje a Eros, diosa del amor y de la fecundidad. Ansermet, Testart y Giacobino se sientan en torno a la mesa para disertar sobre la procreación asistida. Con justicia, el Banquete de Platón, es nombrado también como Simposio, que es justamente el nombre moderno con el que la Academia designa los encuentros destinados a reflexiones de cierta trascendencia. El tema, como se puede ver es rico en resonancias. Que los platos servidos en la mesa de este banquete sean las propias esculturas antropomórficas de Nourry, otorga a la escena un carácter inquietante. Los bebés elegidos “a la carta” o servidos “en bandeja”, nos alertan sobre el núcleo real que siempre amenaza ser afectado por la vorágine procreativa [3]. Las escenas del banquete son especialmente sugerentes, en particular los postres, una especialidad del chef, que recrea en su presentación la forma de un seno materno: Al respecto es interesante la reflexión de François Ansermet (2015), uno de los disertantes de este peculiar Simposio: La comida procreativa constituye un desplazamiento de la escena sexual a una escena alimentaria, incluso caníbal. Primero se elige y se degustan los espermas, que provienen de banqueros, médicos, artistas, arquitectos, abogados; luego es el turno de los óvulos y sus gustos particulares. Los embriones, una vez fabricados, son presentados a los comensales: cada uno debe elegir nuevamente, seleccionando en función de ciertas características o desventajas. Finalmente, llega el momento de comer: los invitados, con un escalpelo en la mano, se comen al bebé, incluida la placenta, el cordón umbilical, e incluso, el seno materno en forma de un flan muy realista. Todos los comensales, en torno a una mesa cubierta por radiografías, se miran unos a otros, inquietos e intrigados, mientas las dimensiones más inconscientes de la procreación de un hijo retornan a través del impacto del dispositivo instalado por la artista. (p. 130) [4] En el film, Nourry retoma aquella experiencia, ofreciendo un nuevo giro, ya que la inseminación artificial y la fecundación in vitro, que dan lugar a un embrión, son un proceso que se hace necesario para las mujeres que desean quedar embarazadas después de recibir quimioterapia. Así el film Serendipity muestra imágenes de la investigación de Nourry para aquel proyecto en un centro médico, así como su propio procedimiento de rescate de óvulos antes de su tratamiento por el cáncer de mama. La relación con la leche materna es evidente y viene a resignificar otro proyecto de Nourry iniciado una década atrás. Se trata de su reflexión sobre el desequilibrio de los sexos y la utilización de las nuevas tecnologías reproductivas con fines selectivos en distintos países asiáticos. A partir de una performance en las calles de Nueva Delhi, la artista interpelaba a los transeúntes dejando abandonadas sus esculturas híbridas, mitad vaca sagrada y mitad niña, frente a los puestos de leche "Mother’s Dairy" [5]. Nourry no elude las preguntas incomodas: “¿Sabía que vendría? ¿Creé yo misma la enfermedad?” Y a pesar de que odiaba ser filmada, tomó las palabras de Aronofsky y decidió explorar la conexión entre lo que le estaba sucediendo en ese momento y el trabajo que había emprendido durante años sobre el cuerpo de las mujeres. La película, coproducida por Angelina Jolie, quien se sometió ella misma a una doble mastectomía preventiva en 2013, sigue a Nourry a través de su travesía. Travesía que va del dolor al sufrimiento, y del sufrimiento a la inesperada lucidez. El cine deviene así una vez más pasador de lo real. Lo real del cuerpo, amenazado por el cáncer y por el vértigo tecnológico, recurre a la literatura platónica para sustraerse del horror. Serendipia mediante, con su film Prune Nourry se abre una vez más a lo que le dicte el acontecimiento artístico. Aquello imposible de simbolizar comienza a inscribirse, allí done por vías diferentes pero solidarias el trabajo de un análisis y la creación estética cruzan sus caminos. Referencias Ansermet, F. (2015). La fabrication des enfants. Un vertige technologique. Francia: Odile Jacob. Ariel, A. (2000). Magnolia. En Michel Fariña, J.J. y Gutiérrez, C. (comps.) Ética y Cine. Buenos Aires: Eudeba. Dolan, X., Mondello, C., Morin, D. (productores) y Dolan, X. (director). (2010). Les amours imaginaires [cinta cinematográfica]. Canadá: Alliance Atlantis. Fierro, M.A. (2017). Platón y el juego de crear. Aesthethika, Número Especial, pp. 1-3. http://aesthethika.org/Platon-y-el-juego-de-crear Graves, R. (1985). Los mitos griegos. Madrid: Alianza Editorial. Mentinis, M. (2016). The Psychopolitics of Food: Culinary rites of passage in the neoliberal age. London: Routledge. Michel Fariña, J.J. (2020). Reseña de libro: Serendipity. Aesthethika, 16(1). http://aesthethika.org/Serendipity Siddons, A. (productora) y Nourry, P. (productora y directora). (2019). Serendipity [cinta cinematográfica]. París. Pérez O’Reilly, F. (productores), Gutiérrez Alea, T. y Tabio, J.C. (1993). Fresa y chocolate [cinta cinematográfica]. Cuba, España, México: Miramax. Ponti, C. (productor) y Scola, E. (director). (1977). Una giornata particolare [cinta cinematográfica]. Italia, Canadá: Compagnia Cinematografica Champion; Canalfox.
NOTAS
[1] Ver también la obra imprescindible de Robert Graves Los mitos griegos, Alianza Editorial Madrid, 1985.
[2] Ver nuestra reseña del libro Serendipity, de Prune Nourry con textos de François Ansermet (Actes-Sud 2018), en Aesthethika, Volumen 16 (1), abril 2020.
[3] Ver al respecto la obra de Mihalis Mentinis (2016) The Psychopolitics of Food: Culinary rites of passage in the neoliberal age, un libro inquietante que muestra cómo el boom cultural gastronómico va de la mano de formas canibalístico anoréxicas de explotación.
[4] Ansermet, F. (2015) "La fabrication des enfants. Un vertige technologique”. Odile Jacob, p. 130. Es interesante que la obra fue publicada en inglés como The Art of Making Children, que podríamos volcar al español como “El arte de gestar hijos”, mucho más poética y sugerente que “La fabricación de los hijos”, que si bien sigue al francés se priva de la referencia al arte, cuya influencia vertebra la obra.
[5] Ansermet ofrece una sugerencia interesante a partir de la lectura de la obra de Nicole Belmont “L´enfant et le fromage”, en “La fabrication mytique des enfants”, L´Homme, 1988. Vol. 28 Número 105, pp. 13-28.