Lo vital del miedo a la muerte “La muerte entra dentro del dominio de la fe. Ustedes tienen mucha razón en creer que morirán, desde luego; eso los sostiene. Si no lo creyeran, ¿acaso podrían soportar la vida que tienen? Si no estuviéramos sólidamente apoyados en esa certeza de que la cosa terminará, ¿acaso podrían soportar esta historia? No es más que un acto de fe. El colmo de los colmos es que ustedes no están seguros de ello. ¿Por qué no habría uno o una que viviera hasta los ciento cincuenta años? En fin, como sea, ahí es donde la fe recupera su fuerza”. Jacques Lacan BATMAN el caballero de la noche asciende De Christopher Nolan Tras intentos fallidos de salir de la prisión, el médico le dice a Bruce que este no le teme a la muerte y que eso lo debilita… Sin el impulso más poderoso del espíritu, “el miedo a la muerte” –le dice–, nunca podrás salir del infierno que es la prisión. Bruce, con un cuerpo golpeado y débil, cae en cuenta que tiene miedo, miedo a morir, morir en ese lugar mientras su ciudad arde sin nadie que la salve. El médico alienta a Bruce, señalando que: para salir hay que trepar nuevamente. Bruce se pregunta ¿cómo hacerlo? el médico hace una alusión, señalando que, esta vuelta, haga: “igual que lo hizo el niño la primera vez… sin la cuerda”, ese apoyo que sujeta, soporta y sostiene, cuando los reos se atan e intentan subir el muro para salir, evitando fallar y morir en la caída. En este fragmento de la película –no sin una sonrisa, que devela alegría– Bruce, sin cuerda a la que sujetarse, decide salir. Prepara provisiones para el camino e inicia su último ascenso. Durante el trayecto de salida, en un principio, consigue escalar, sin obstáculos, los primeros metros de la empinada pared, pero justo cuando llega hasta una saliente, que es la zona donde usualmente los presos siempre fallan al saltar y caen, Bruce es sorpresivamente asustado por una bandada de murciélagos, lo que hace que vuelva a sentir miedo. Finalmente, ya sin la cuerda que le sujetaba: da un salto vital y ¡sale! no sin el aliento de los demás presos, los cuales le animan diciendo a viva voz, en una lengua extranjera, la palabra: “asciende”. Cine y psicoanálisis La relación entre el psicoanálisis y el cine es formidable, los conceptos lacanianos que el cine evoca leer para cada cuerpo-hablante, es ¡incomparable! Así como lo es el goce de cada sujeto espectador, en tanto no hay dos miradas iguales. La industria del cine tiene mucho que enseñarnos sobre los síntomas contemporáneos, los delirios de la época y los discursos que, abren un mundo entre la realidad que es una ficción, y el fantasma que –para cada uno– es ese pequeño objeto que Lacan llamó objeto a. Ese objeto que al no ser simbólico ni imaginario, es real, por lo tanto: indecible. Es así que, no todos encuentran el mismo modo de sufrir, de reír, de llorar, de vivir una película, su película. Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better. La vital fuerza del miedo a la muerte –no el miedo que inhabilita, sino el que moviliza– puede ser útil para operar ante lo ilimitado, de la locura, del infinito, del sin fin, de lo peor… El director de Batman, Christopher Nolan, toca la fibra vital de esa fuerza que hay en lo que viene después de una caída, consecuencia de la falla, límite a la repetición. Cuando falta la falta y no hay posibilidad de falla… no es posible “fracasar mejor” –como dice Samuel Beckett–, ya que todo parece ser posible. El contemporáneo exceso por colmar, es el colmo, el colmo del sufrimiento y su funesto destino. La imagen elegida de un fragmento de esta película, es la que lleva su nombre: “ascenso”, una imagen y una palabra I-S ante lo real que extrae el buen agujero por donde salir, como enseñan los finales de análisis. El psicoanálisis no interpreta los personajes de una película; para eso está el diván… y un analista detrás. Lo que surge de ahí en adelante, tendrá que ver con el fantasma del analizante, sus propias salidas. Vivir sin límites puede ser el infierno de la propia cárcel que cada sujeto se encargará de realizar. Las cárceles del goce J. Lacan propone un problema de lógica planteado como un sofisma: El director de una prisión convoca a tres prisioneros y les plantea un problema de lógica que en caso de resolverlo les llevará a obtener su libertad. Lógicamente el postulado no tiene solución, sin embargo, hay un instante de ver, un tiempo para comprender y un momento de concluir, todo dependerá de las cárceles del goce y el aserto de certidumbre anticipada para cada prisionero. ¿Habrá leído Christofer Nolan a Lacan? En mi caso, la literatura y el cine habían sido un lugar cómodo para, a veces, aislarme en el goce solitario; ya sumergida en un análisis que dura, trastocando los enigmas de la película que me conté, comenzaron a resonar algunos conceptos lacanianos que mi cuerpo-hablante, desde el goce, supo transformar. Pienso que hay películas y libros que permiten, unas veces entrar, otras veces salir, por los distintos vericuetos de las ficciones, para así sustraernos en el mundito de cada uno. Son experiencias singulares que hay que vivirlas, en el análisis, no tan solos. Como dice Catherine Millot en su libro: ¡Oh soledad! “Es preciso haber asumido una soledad fundamental para poder encontrarse con los otros”. Al final de mi análisis, una parte de la película: “Batman, el caballero de la noche asciende”, me reveló algo que yacía de una niña. Ese fragmento de las coordenadas de mi nacimiento, está escrito en mi Primer testimonio de AE “27-28-Uno”. Irrumpe en diván un fragmento de una película vista muchos años atrás. Se trata de un trozo suelto que me sorprende en la última semana, al final de mi análisis, es un trozo, una parte, unas palabras sueltas, nada más –no hay escena, que me habría permitido seguir asociando la siguiente sesión y la siguiente y la siguiente– Hay: unas simples migajas de goce que pasan del pathos al matema. Solo en ese momento lógico conclusivo de mi análisis irrumpió un bien decir, desde la niña, una niña que casi muere. El analista interpreta: “¡es usted una sobreviviente!” La niña. Una cuerda. Un salto. Luego de varias pérdidas y caídas… Despierta de una pesadilla: le llaman por su nombre y se pregunta: ¿Por qué caemos? Miedo a morir, para ¡vivir! Después del duelo, ya sin el tapón del fantasma, separado el objeto y el sujeto; hay un renacer que persevera en un nuevo deseo. No hay final sin recomienzo, el saber alegre en mi caso, no hubiese sido posible sin la función del analista trauma que, sin pasión alguna permaneció firme hasta la salida. Hoy, mientras escribo estas líneas, caigo en cuenta que, una parte de una película de Batman, es una película que nunca volveré a ver/mirar desde el mismo lugar. Como dice Heráclito: “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. En efecto, el propósito de la constante transformación es un movimiento de fuerza vital. Miedo a morir, para vivir. Referencias bibliográficas: Lacan, J. (2020). “Conferencia de Lovaina”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Nº 23, Grama Ed., Buenos Aires, pág. 13-14. Lacan, J. (2014). “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, Escritos, vol. 1, Ed. Siglo Veintiuno., Buenos Aires, pág. 193-208. Fragmento de la película “Batman el caballero de la noche, asciende”, disponible en YouTube: https://youtu.be/yUZyWrCznj0?si=LQH3g_aZu6liT3c7 Millot, C. (2014). “¡Oh, soledad!”, NED Ed., Barcelona. Cors Ulloa, R. (2019). Primer Testimonio “27-28-Uno”, Bitácora Lacaniana, número extraordinario, Grama Ed., Buenos Aires, pág. 73-83.
No temes a la muerte, crees que eso te hace fuerte; te debilita.
¿Por qué?
¿Cómo moverte más rápido, pelear más de lo posible, sin el impulso más poderoso del espíritu: el miedo a la muerte?
El miedo a la muerte. Le temo a morir aquí.
¡Trepa entonces!
¿Cómo?
Igual que el niño, sin la cuerda, así volverás a sentir miedo.
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